Imaginemos que la mente es un edificio muy particular de una planta baja y 19 subsuelos, con cinco departamentos por planta. En los departamentos están trabajando nuestros deseos, nuestros sueños, nuestro saboteador, nuestro maestro interior, nuestras historias pasadas, etcétera. De la información incesante que se elabora dentro de estos departamentos, solo accedemos conscientemente al 5% y el otro 95% es inconsciente. Pero qué pasa si buceamos dentro del inconsciente de forma consiente. Para esto tendríamos que retomar en parte las herramientas y estrategias que utiliza el inconsciente. Mind Inn ® propone visitar los departamentos y ordenar coherentemente la información, utilizando modismos del inconsciente de forma consciente.
Según George Lakoff, investigador norteamericano de lingüística cognitiva, el sistema conceptual que sirve para que los humanos comprendan la realidad, puedan pensar y actuar, está constituido fundamentalmente por metáforas, comprimiendo la vivencia, al mismo tiempo que la hacen abordable, manipulable, y expresable. “El tiempo vuela” o “el tiempo se detuvo”, ambas igualmente válidas en diferentes circunstancias, nos permiten hacernos una idea que va más allá de las palabras que las enuncian. Pero nuestra comprensión en términos de metáforas, excede el campo de la lingüística, cuando pensamos que una danza, una obra de teatro, una fotografía, una escultura o inclusive un emoji en un mensaje de Whats app están más cerca de brindarnos una experiencia más significativa, profunda y rotunda que la palabra "amor" en sí misma.
Dentro de estos términos una emoción podría ser “clasificada” como una metáfora de la información mental. Muchos de nosotros podemos reconocer a grandes rasgos que, el asco, se ancla en la boca; la ansiedad, en el estómago; la angustia, en la garganta y el pecho; pero más aún compartimos la certeza de que están significando un algo aún mayor, que la emoción misma; que si la analizamos racionalmente se remite a respuestas fisiológicas simples. Pero esta información compactada no solo se experimenta en el cuerpo, sino que por proyección la podemos anclar tanto en otras personas, cómo en el espacio. Por ejemplo, cuantas veces nos hemos sorprendido encasillando a una persona bajo la etiqueta de villana a partir de un comportamiento que clasificamos como malicioso, sin siquiera conocerla en su totalidad. Este personaje "ruin" comprime para nosotros todo lo que está mal, sin embargo, si a regañadientes, nos damos la oportunidad de conocerla, nos estaremos dando cuenta que la misma era más, un blanco de nuestra proyección de información negativa, que una realidad. Ejemplificando las metáforas espaciales, conviene pensar en cuantas veces pasamos con el coche por el frente de la casa de un querido amigo y automáticamente la historia en común que compartimos se manifiesta en un estado agradable, o cuando estamos a cuadras de llegar a nuestra casa, después de un arduo día de trabajo, y empezamos por cercanía a conectar con el bienestar asociado a nuestro hogar.
Reduciendo la vida a metáforas cada unidad significativa de nuestra mente se hace más fácilmente abordable. La narrativa acerca de nosotros mismos, ese YO SOY, ese compendio de creencias, tiene una razón de ser sostenido, ya que en gran medida nos da sustancia (literalmente), pero al mismo tiempo nos genera sufrimiento, cuando nos encorseta en una experiencia en bucle que re-siente dolor una y otra y otra vez. Cómo decía Einstein, un problema no puede ser resuelto en el mismo nivel de entendimiento en el que fue creado, desde el mismo marco lógico de razonamiento que lo sostiene, por lo que para trascender dicha discursiva es necesario tomar distancia de nuestra identidad. Retomar las herramientas de la proyección y la metáfora, pero esta vez para hacer uso de las mismas de forma consciente y posicionarnos cómo el observador que observa al pensador, desde sus diferentes nodos de información, para registrar la misma y alinearla, sin juicios, desde la aceptación, en virtud de reorganizar nuestro estar siendo, en congruencia con la vida amorosa que todos anhelamos.
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